Cuando pienso en Japón pienso en una tierra de tradiciones milenarias que se fusionan con la vida moderna de las ciudades cosmopolitas.
Me acuerdo de empezar el día en templos budistas donde se respira tranquilidad y misticismo para luego bañarme en un onsen en el corazón de la montaña, participar en la ceremonia del té meticulosamente llevada a cabo y de repente, acabar rodeada de rascacielos, velocidad, luz y mucha locura en el centro de Tokio. En definitiva un maravilloso rincón del mundo lleno de contrastes.
Si hay algo que echo de menos de Japón es su ramen, hecho con paciencia, servido con cariño y en grandes bols, acompañado de té verde, cortesía de la casa, a precios increíblemente baratos.
En búsqueda del bol de ramen ideal, llegamos a Ryukishin, en Cánovas . Se trata de un restaurante que abrió su primer local en el mismo Japón, en la ciudad de Osaka y se fue expandiendo por Europa hasta llegar a Valencia.
Desde el primer momento llama la atención el hecho de que sus cocineros y algunos de sus clientes son de la tierra del ramen , el este de Asia, lo que nos dice que la comida que sirven es auténtica.
Probamos varios de sus entrantes y tanto las gyozas, empanadillas de carne a la plancha, como las brochetas de okonomyiaki, una masa parecida a la de los crepes con trocitos de pulpo y verdura, nos resultaron deliciosas y muy parecidas a lo que habíamos probado en Japón.
Y ahora el ramen que es a lo que veníamos! Hay muchos tipos de ramen que se distinguen, a primera vista por su color y la consistencia del caldo, y luego por su sabor y los ingredientes que acompañan la sopa de fideos.
En Ryukishin sirven: el shoyu ramen con salsa de soja, shio ramen a base de sal que es a la vez el tipo de caldo de ramen más antiguo, miso ramen a base de pasta fermentada de soja (miso) es la variedad más joven de los ramens y por último el paitan ramen que se distingue por su caldo más cremoso y blanquecino.
Nosotros probamos el shio ramen, el shoyu ramen, el paitan ramen y el miso ramen. Nos gustaron el sabor, la presentación y el cerdo asado chashu. Sin embargo, echamos en falta el tamaño XL de los bols tan típicos en Japón y el cebollino picado cortesía de la casa.
Para acabar la cena con un dulce sabor de boca pedimos un helado de té matcha y mochis variados, de mango, vainilla y té verde. Qué alegría y qué recuerdos tan bonitos nos traen estos postres típicos japoneses que en Ryukishin saben como en su país de origen .
Conclusiones: una gran opción para disfrutar de las diferentes variedades de ramen, probar entrantes y postres sumamente auténticos, y todo esto en un ambiente luminoso, atendidos por un personal eficiente y amable.